miércoles, 12 de agosto de 2009

Volar junto a un soñador


En un súbito impacto de inspiración y en medio de una agria discusión me doy cuenta de algo: yo me muevo en la fantasía tan fluidamente como me muevo en el aire que respiro.

Alimenté mi imaginación con una gran cantidad de imágenes maravillosas desde muy pequeño. Los cuentos y las historias clásicas me son conocidas desde bebé seguramente. Mi abuelo, descendiente de la Línea de Alejandro, fue en gran medida el dador de tal alimento, mago consumado, buscó en mi en sucesor digno de conservar las Antiguas Tradiciones de la Magia. Recuerdo que los libros de primaria incluían uno exclusivamente formado de cuentos y pasajes de grandes obras de la literatura universal. Los devoré antes de que siquiera terminara cada año escolar y los conservo todos. Conteniendo literatura de todas partes del mundo, amé profundamente muchos de esos textos. Mis juegos se poblaron de héroes, princesas, seres mágicos y personajes de mitologías y novelas gloriosas, siendo las historias épicas y románticas las que más atraparon mi atención.

Recuerdo haber empezado a frecuentar la biblioteca en esa época, no tenía ni once años cumplidos cuando me leí La vuelta al mundo en 80 días y sufría y me emocionaba con las aventuras de Philleas Fogg, siendo mi primera novela de Julio Verne a quien le profeso un cariño especial por ese mismo hecho. Poco después llegaron varias lecturas más que definitivamente me han marcado. Ahi veo a mi amado Michael Ende, cuyas obras han sido de las más poderosas que he leído, vienen también Tolkien, Knaak y Freud, a quien leí por primera vez a los 15 años, su Interpretación de los sueños sigue siendo la raíz de mi vocación profesional, siguieron Antaki, Ortega y Gasset, Neftalí Beltrán, García Márquez, Fromm, y algunos más.

La llegada de las animaciones japonesas no hizo sino aumentar el vasto imperio de mi imaginación. Este blog da cuenta de ello. Terminan el cuadro mi pasión por el arte, la historia, la geografía y los videojuegos. Cualquiera que haya jugado por lo menos un Final Fantasy sabra del inmenso universo que la saga de videojuegos más vendida de todos los tiempos contiene. A despecho de los literatos actuales este tipo de videojuegos son las grandes novelas de nuestros tiempos, comparables a cualquier obra monumental de la litetratura universal (desde el punto de vista técnica los videojuegos de tipo RPG tiene la misma estructura técnica y amplitud narrativa que cualquier épica clásica).

Valga, para no ir más lejos, el poder de mi imaginación creció enormemente y mi capacidad de soñar también, lo que fue un don mezclado: por un lado me trajo inmensas satisfacciones y por otro, me complicó mucho la socialización. Las disparidades con mis coetáneos se profundizaron, descubrí que soñar, soñar con pasión, es un camino solitario.

Aquí regreso a lo dicho en el primer párrafo: yo me muevo en la fantasía tan naturalmente como me muevo en el aire que respiro, la fantasía desde siempre forma parte de mí indisolublemente, porque nunca la he negado y siempre la he alentado tanto en mi como en los demás. Por ello cuando me fue dicho -y reconocí- que es posible que quien se acerque y quiera volar junto a mí pudiera serle muy difícil, me quedé anonadado. Inocente.

¿Acaso la gacela no corre tan veloz dado que es su naturaleza?
¿Acaso el águila poderosa no ve más lejos que nadie gracias a su natural vista portentosa?
¿Acaso la serpiente de cascabel se apena de lo letal de su veneno?

Yo no había nunca notado que volar junto a un soñador fuera difícil. Pensaba que el don de soñar era algo natural en todos los seres humanos, no importando su condición social ni cultural, las tres gracias cognoscitivas la Creatividad, la Imaginación y la Fantasía eran algo plenamente democrático como la búsqueda de la felicidad, pensaba yo, educado en una ética humanista. Con sus necesarias y respectivas correcciones, sigo pensando lo mismo, tal como Albus Dumbledore.

Sin embargo, las experiencias de cada persona acrecientan o disminuyen el interés, la capacidad o el gusto por el soñar,  deploro enérgicamente cuando es por violencia, maltrato o humillación. Afortunadamente tanto la habilidad como la necesidad de soñar ahí permanecen, escondidas, olvidadas o negadas, pero permanecen. Incluso pueden convertirse en fuente de enfermedad, volverse un lenguaje tan subjetivo e individual que se convierta en una cárcel y una tierra baldía de la que no hay regreso: es la verdadera locura.

La cuestión estriba en que soñar es un arte, una disciplina, un oficio, es decir, requiere de práctica, la que es gozosa y dignificante, pero al final es una Elección, una Opción, una Decisión: no se puede obligar a nadie a soñar. Se le podrá invitar, tratar de persuadir o seducir, pero jamás imponer. Soñar No es evasión del mundo, es creción de mundos. Ese es el punto de soñar: soñar es crear, y crear es amar. Es el principio opuesto a destruir. Erich Fromm ya lo había mostrado. Y es a través de estas creaciones que la vida cobra un sentido nuevo y maravilloso, pone en contacto a los seres humanos con sus sentimientos, con sus virtudes y de un modo casi mágico, se van creando realidades: arte, ciencia, risas, fraternidad, proyectos, derechos, soluciones, alternativas, solidaridades, reconciliaciones, en una palabra, amor. ¿Vale o no la pena soñar y crear fantasías de las que se desprendan genuinos deseos?

De ahí que noté que si bien siempre he deseado acompañantes en este camino del soñar, no siempre la convivencia se ha dado sin fricciones. Unos se acercaron envidiando mis sueños, pero no producían los suyos. Otros con cariño también desearon mis sueños, pero tampoco crearon los suyos. Sus caminos ya están lejanos. Otros realmente quieren estar cerca, pero sus propios sueños, que aman con fuerza y pasión, los llevan por distintos caminos. Yo acepto , con algo de tristeza y alegría, todo ello. Pero aun sueño que alguien sueñe que yo sueño con esa persona, para que compartiendo un sueño, miremos en la misma dirección.

Tengo la impresión de que el tiempo de que el sueño se cumpla está cerca. Tal percepción me es clara, me emociona como pocas cosas lo han hecho en mi vida, pues llevo un tiempo esperando por su realización. ¿Que mi corazón rebosa de sentimientos jamás antes sentidos renovando y moviendo mis antiguos referentes? y por ello ¿Alguien comprenderá que ante tal situación la suave firmeza de un abrazo y la apertura de sus propios sueños me sería prueba de su comprensión? ¿Que mi voz resuena con otros cantos como nunca antes? Siento calma, pero también siento ansiedad, es natural.

Sigo volando, entre el Imperio Fantásico y la realidad
¿Tú en mi lugar que harías?

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