jueves, 20 de agosto de 2009

Aún quiero tocar tu rostro



Aún quiero ver tu rostro.
Ver como se llenan tus ojos de lágrimas
al mismo tiempo que los míos.
Ver como la respuesta estuvo ahí todo el tiempo.

Aun quiero sentir tu aliento,
recorriendo mi piel por los caminos del deseo.
Sentir tus manos tomar las mías
en un abrazo crear el universo.

Deseo saber si aun me amas
saber si aun en la distancia
tu magia alcanza la mía y deja su marca
en el pasto verde del verano.

Deseo saber si todos estos sueños
verán algún día el momento de realizarse.
Ahí donde estés, sabe que estoy contigo.

Pienso en ti todos los días,
me he sorprendido encontrando
que eres a menudo mi primer pensamiento del día
y el último.

Cómo lamento no haberte más conocido
saber qué tan dulce te gusta el café
tu mes favorito, qué sientes cuando hueles
la tierra mojada por la lluvia…

Cómo se oye un suspiro tuyo,
cómo mientas madres,
la apariencia de tu pelo al despertarte
el orden del cajón de tus secretos.

Cómo lamento no haber preguntado más
no haber discernido más,
tenido más paciencia,
haberte contestado más.

Lamento no haberte dado más de mí.
Dios, quizá es lo que más me duele!
Tantos secretos, tantos sueños
que ahora solo conoce el viento.

Porque aquel a quien le entregué mi corazón
revela que de mis sueños no quiere formar parte
y yo descubro que inicié un incierto camino
que parece ahora, no lleva a ninguna parte.

Y todo he este tiempo te he echado de menos,
tus palabras resuenan en mis oídos,
tu indignación tan mojada de cariño
esa maravillosa forma de amar cual niño.

Sé que sigues tu viaje, Astro de Fuego,
que surcas los cielos y desafías tus miedos
que aprendes los secretos ocultos de la magia
que te deleitas en creaciones de sueños.

Sigue, sigue brillando, yo también sigo navegando,
pero, oh Dios!, no puedo evitar preguntarme
¿Qué hubiera pasado?
¿Qué hubiera pasado?

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