miércoles, 5 de agosto de 2009

Over the Bridge




Los puentes son una cosa interesante.
Los puentes unen, es su principal función:
acercan, entrelazan, conectan, contactan.
Son un vínculo que permite el tránsito entre los extremos que unen.

Se conservan en algunos lugares del mundo puentes muy viejos, cientos de años,
y aun resisten el paso del tiempo, no solo de los viajeros. Sus uniones y cimientos son muy sólidos.

Los puentes, como las personas, tienen diferentes carácteres, los hay robustos y poderosos, lo hay livianos y discretos, los hay sencillos, los hay ostentosos y sin embargo todos sirven para lo mismo unir, a través de un espacio que se consideraba insalvable.

Los puentes, además de ser cosa física, tienen un aspecto metafísico. He ahí que el Jinete sin cabeza no podía cruzar sobre el puente del rio, dicen que pasa lo mismo con la Llorona y algunas otras apariciones. El agua es cosa sagrada. También de habla de puentes entre las dimensiones del universo, de los planos del Tiempo, y de las realidades subjetivas de los hombres.

Así pues, el concepto de puente adquiere quizá su sentido más profundo en el nivel de lo poético y se convierte en metáfora del deseo de un contacto con otro ser humano. Ahi hablamos por ejemplo de un "puente aéreo" en casos de emergencia.

Sin embargo hoy quiero hablar de un tipo especial de puente, los Puentes Mágicos, aquellos que solo existen cuando los deseos de dos personas se encuentran cósmicamente equidistantes. La equidistancia cósmica, como bien saben los conocedores, solo ocurre una vez cada siglo, a veces menos, y constituye una irrepetible sincronía en el ritmo vital de los deseos surgiendo burbujeantes de su Fuente Original. No implica, de ningún modo, que se trate de personas iguales, que se imiten una a otra, todo lo contrario, se trata de personas que ante las pruebas, tratan de mantenerse enteras, de ser quienes son y disfrutar tanto de sus aciertos como de sus errores.

Y he ahi para mi sorpresa, pues cuando menos lo esperaba, encontreme frente a la inconfundible sensación levitosa de estar a la vera de un Puente Mágico, formado por sueños y deseos en indudable equidistancia cósmica. Es una sensación esquiva, pero ineludible, es una presentimiento, es una certeza, es una intuición, algo que apela a nuestra propia esencia. Encontrar el llamado de un Puente Mágico no es cosa gratuita ni aparece solo porque si, tiene que ver con los deseos mismos que forman ese puente, es deseo del Puente mismo ser encontrado.

Me asombra aun más saber que alguien está construyendo un Puente Mágico con la intención de cruzarlo cuando parecía que los caminos se habían separado. Pero el Puente está ahí, si bien por momentos parece irreal, hecho de solo de lozas de aire, ahí está. Tan fuerte y tan claro como mi voluntad. ¿cómo lo se? Creéme, lo se, tan claro como tú lo sabes.

La persona al otro lado del puente ha enviado parte de sus sueños y deseos, teniendo un efecto vivificador, sutil y poderoso (aunque no se reconozca a si mismo poderoso) del que ha aprendido mucho de sí mismo, al igual que yo de mi. Su deseo de llegar a mis ojos sus palabras ha construido ya una gran parte del puente, la otra la he de terminar de construir yo.

Estamos ambos en los extremos del puente. Puedo verte desde aquí, puedo ver que sonríes y que estás nervioso. Yo estoy igual. Escucho venir del otro lado una canción hermosa rítmica, tenaz, directa, la escucho en tu propia voz. Para cruzar el puente, para abrir la puerta ambos tenemos las llaves y las piezas, para saber que ha de acontecer es necesario echar a andar por este nuevo camino ¿Es emocionante verdad?

Por ello aquí doy un paso sobre un puente, mi Puerta de Oro, nexo entre la realidad y mis sueños, pues yo como tú, intento día con día fusionar mis sueños con mis hechos.

No puedo volver, porque nunca me he ido. Aquí estaba, solo caminabamos en paralelo.


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