viernes, 7 de agosto de 2009

Phone Call

De repente me he puesto a reflexionar en los distintos caminos que han tomado mis amigos. Sobre todo aquellos a quienes ya no he visto en mucho tiempo. Es chistoso, pero no deploro los caminos que han tomado mis amigos, ni el hecho de que a algunos tiene varios años que no los veo. Nuestros caminos estuvieron juntos el tiempo que tenían que estar. Sigo profesando cariños únicos para cada uno de ellos y guardo maravillosos recuerdos, pues me dejaron muchas marcas, (queriendo o no, y da igual). Nadie se fue sin dejar algo, aunque debo corregirme, unos se fueron otros se quedaron en mi corazón.

Todo comenzo ayer a partir de una llamada triste. Serge, a quien no veo casi desde un poco después de salir de la universidad, me llamó y se oía triste, si bien trataba de disimularlo hablando de cuánto tiempo hacía que no nos veíamos y de que tal si la selección nacional pierde su próximo partido. Así que yo le dije que no sabía si perdería o no, pero que seguramente para eso no me había llamado después de casi 2 años de no hacerlo, que lo oía afligido y que podía contarme con confianza si algo pasaba. Trastabilló un poco y apenado empezó a narrarme de forma desordenada (tal como le venían brotando de muy adentro) muchos episodios cercanos y lejanos de su relación con su esposa, de devenir laboral y de muchas cosas más que se que de algún modo tienen algo que ver con cómo se sentía si bien aparentemente daban la impresión de que le estaba dando vueltas a algo que no se animaba a decir. Espere y al final dijo, más bien para si y como si estuviera revelando un secreto, que le parecía que su esposa le había insinuado el divorcio en su última discusión. Hizo una pausa y continuo hablando de otras cosas. Después alguien llegó a donde él estaba y ya no pudo continuar la conversación por lo que quedemos de vernos para platicar más a fondo. Pero no dejo de agradecer por escucharlo y que a pesar de este tiempo seguíamos siendo amigos, frase que repetí tal cual, pues asi lo siento.

La voz de Serge me parecía definitivamente la misma del compañero de facultad que compartió conmigo muchas de sus aventuras y sentimientos la mayor parte de la carrera. No me parece que en su esencia haya cambiado mucho. Ignoro gran parte de los hechos de su vida en los últimos años, pero se que seguimos siendo amigos. Recuerdo que con Serge no hice algunas cosas que se hace regularmente con los amigos más cercanos, como ir a fiestas, al cine, o a su casa y conocer a su familia. Sin embargo, no me queda duda de que éramos amigos, valga, que no hicieron falta esas cosas, pues cuando se trataba de algún asunto importante sabíamos que podíamos recurrir el uno en el otro. No se, para mucha gente es imporante compartir tales cosas (para mi lo es) pero descubro con agrado y no sin algo de alivio, que los ideales que tengo de muchas cosas la mayoría de las veces no se han cumplido y con ello he aprendido y recibido enormes regalos de vida de manos de mis amigos y gente amada. Pues me enseñaron el don de percibir y apreciar lo real, algo a veces difícil para mí, dada mi naturaleza soñadora, visionaria e idealista

Como un hermoso poema decía: Pedí muchas cosas para disfrutar la vida y me fue dada vida para disfrutar de todas las cosas...

La vida sigue fluyendo, trayendo tantas cosas para apreciar, para agradecer, para aprender, para hacer más pleno de significado este camino hacia el occidente. No tengo muchos amigos ahora ciertamente, pero los que me honren al considerarme su amigo saben que cuentan conmigo más allá de las distancias y los tiempos, más ahora que como antaño vuelvo a ser Vox Silenti.

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