Hace exactamente dos años vi por primera vez esta película. Segunda película que me reconcilió con el cine francés (la otra es Amelie, por supuesto) y me parece ahora más compleja y más intensa que la primera vez que la vi.
Muchas cosas han cambiado desde aquella vez. Y no quisiera hablar mucho de la película, prefiero causar algo de curiosidad y hablar sobre una escena increible.
Hugo lleva a Frédéric a su casa. Siendo aquel diseñador gráfico la casa está llena de arte y creatividad. Hugo es observador de corazón, en la tienda nota el juego de luces y sombras, luego lo lleva a su casa. Ahi, ha puesto dos letras en la ventana: una r y una v, que al ser iluminadas por el sol arrojan su sombra en la pared donde Hugo a puesto otras dos letras e y e, de tal modo que entre sombras y letras se forma una palabra en la pared.
Hace esto con algunas palabras más en otras partes de la habitación. Frédéric está maravillado. Él no sabe cómo, pero de algún modo esto ya lo había soñado, pero nunca había podido expresarlo completamente, luego con el paso del tiempo quizá lo olvidó o creyó que no sería posible y he ahi que lo encuentra y lo ve materializado por un hombre que vive para sus pasiones. La emoción lo embarga, le sugiere a Hugo que llene las paredes con frases hermosas, pero él mismo se contiene y dice que no, que es mejor así, porque su belleza radica en lo efímero de la luz y las sombras.
Pasan más cosas en la cinta y después Frédéric regresa a casa de Hugo, pero él no está. En ese instante Frédéric casi desfayece por la impresión: las paredes de la sala de Hugo, con hermosa y grande tipografía, están llenas de frases...pero no de cualesquiera frases: son frases que él, Frédéric, dijo a Hugo en sus muchas e intensas charlas. No hay palabras en la escena, pero es evidente la intensidad del momento. Frédéric entra en crisis, una esposa hundida en la desesperación y un hijo demandante lo esperan en casa, pero ahí frente a él las pasiones se materializan justo cuando ya no lo esperaba. La historia dará sus últimos giros de tuerca...
¡Qué situación tan simbólica!, ¡qué evento tan esperadamente inesperado!, Dos soledades se han tocado desde distantes puntos del universo, se han escuchado y se han visto, conociendo sus deseos secretos, pero he aquí que no pudiera ser en momento más complicado. Si la vida nos depara sorpresas y es ahi donde notamos que la vida misma es más sorprendente que el cine.
Por cierto, la primera palabra que vió Frédéric es
Muchas cosas han cambiado desde aquella vez. Y no quisiera hablar mucho de la película, prefiero causar algo de curiosidad y hablar sobre una escena increible.
Hugo lleva a Frédéric a su casa. Siendo aquel diseñador gráfico la casa está llena de arte y creatividad. Hugo es observador de corazón, en la tienda nota el juego de luces y sombras, luego lo lleva a su casa. Ahi, ha puesto dos letras en la ventana: una r y una v, que al ser iluminadas por el sol arrojan su sombra en la pared donde Hugo a puesto otras dos letras e y e, de tal modo que entre sombras y letras se forma una palabra en la pared.
Hace esto con algunas palabras más en otras partes de la habitación. Frédéric está maravillado. Él no sabe cómo, pero de algún modo esto ya lo había soñado, pero nunca había podido expresarlo completamente, luego con el paso del tiempo quizá lo olvidó o creyó que no sería posible y he ahi que lo encuentra y lo ve materializado por un hombre que vive para sus pasiones. La emoción lo embarga, le sugiere a Hugo que llene las paredes con frases hermosas, pero él mismo se contiene y dice que no, que es mejor así, porque su belleza radica en lo efímero de la luz y las sombras.
Pasan más cosas en la cinta y después Frédéric regresa a casa de Hugo, pero él no está. En ese instante Frédéric casi desfayece por la impresión: las paredes de la sala de Hugo, con hermosa y grande tipografía, están llenas de frases...pero no de cualesquiera frases: son frases que él, Frédéric, dijo a Hugo en sus muchas e intensas charlas. No hay palabras en la escena, pero es evidente la intensidad del momento. Frédéric entra en crisis, una esposa hundida en la desesperación y un hijo demandante lo esperan en casa, pero ahí frente a él las pasiones se materializan justo cuando ya no lo esperaba. La historia dará sus últimos giros de tuerca...
¡Qué situación tan simbólica!, ¡qué evento tan esperadamente inesperado!, Dos soledades se han tocado desde distantes puntos del universo, se han escuchado y se han visto, conociendo sus deseos secretos, pero he aquí que no pudiera ser en momento más complicado. Si la vida nos depara sorpresas y es ahi donde notamos que la vida misma es más sorprendente que el cine.
Por cierto, la primera palabra que vió Frédéric es
réve
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