miércoles, 3 de marzo de 2010

Flying without wings (sorry for the coincidence)


 Los chavos de hoy en día son diferentes. Si, es una frase casi obvia y trivial, pero muchas veces en lo obvio dejamos pasar importantísimos datos y conocimientos que en otros momentos nos hubieran sido de inmensa utilidad. Esta generación es diferente en muchos sentidos. Yo, a la vuelta de los años, no tengo ningún empacho en reconocerlo. Lo veo.

Estos chavos, adolescentes y novatos universitarios, en general, son más honestos. Es más difícil hacerles creer en dogmas o peor aún, enseñarles de forma dogmática. De ahí su comportamiento más escéptico, no tanto por convicción, sino por alguna forma de sentido común; aun así es útil. 
Más decididos a tomar riesgos, los chavos de hoy asumen más abiertamente su sexualidad. Claro está, no dejamos de agradecer ni de reconocer el largo  y penoso camino de la generación anterior para que esto fuera posible, pero así es la historia, unas generaciones siembran, otras cosechan. 

Y todo esto resalta aún más, cuando mis contemporáneos difícilmente asumen posiciones, políticas, ideológicas, sexuales o de carácter tan honestamente como lo hacen los chavos de hoy. Es su  sino y su desafío aprovechar todas estas oportunidades. En un mundo que ve mal lo anticuado, lo autoritario y lo no democrático, pregonar por derechos a la diferencias y la diversidad es, sin duda alguna, lo de hoy. La distancia entre la jotita de las ficheras a Bryan Kinney es abismal. Los chavos de hoy lo saben, lo usufructúan, si bien no con toda la seriedad o la contundencia que se podría. Cuestión de enfoques y necesidades.

Que todo este discurso es mi homenaje a tres chavos de hoy que recién he conocido. Uno es un aprendiz de la sociología con una inmensa sensibilidad y capaz de percibir los dolores ajenos. Su fortaleza se ha forjado a fuerza de desafíos de la vida. El segundo es un artista nato, aunque no ha sido fácil que tome la alternativa. Pero sabe quien es y se  respeta a si mismo. El tercero es un poeta, un volador, hijo de la luna, un observador del alma. Son todos unos personajes, dignos de toda mi admiración. Estos jóvenes son adultos y no han dejado de soñar y amar, saben lo que quieren y están en contacto con lo que sienten. Es un mundo de diferencia con las generaciones anteriores, pues a ellas siempre les faltó uno o los dos elementos de esa ecuación. Esta es, indudablemente, una generación diferente. Tanto que mis contemporáneos, con diez o más años de distancia, en cuanto honestidad de sentimientos, tienen mucho que aprenderles.

Son una promesa y una esperanza frente a un futuro ostensiblemente ominoso. Sería un honor ser contado entre ellos.

2 comentarios:

Iván Said Moreno Escandón dijo...

Alejandro, me has dejado sin palabras, es fascinante la manera en la que escribes y la habilidad para tener cautivo al lector, estoy muy contento de que me hayas dado la oportunidad de percibir un poco el mucho talento que tienes, quiero creer que lo de "poeta" es para mi, de ser así, quiero decirte que me alhaga tu calificativo, nadie me habia llamado de la manera que todo escritor desea ser llamado, Gracias, felicidades.

Alejandro de Andúnië dijo...

Pues gracias a tí por permitirme rectificar y te reitero mi admiración y respeto.

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