lunes, 22 de febrero de 2010

Los Cinco Grandes del Japón IV: Joe Hisaishi

Intensidad, Genialidad, Vastedad. La obra musical de Joe Hisaishi es rotunda. Para nadie es un secreto que la obra musical de Hisaishi llena grandes paisajes del soundtrack de mi vida, pero más allá de ello, nos habla de las más profundas emociones humanas, insondables como el Mar Occidental.

Joe Hisaishi, nació en Nagano, Japón, bajo el signo de sagitario, en 1950. Desde muy joven demostró su pasión por la música iniciando sus estudios en la famosa Kunitachi College of Music. Desde su primer albúm como solista Mkjawu en 1981, Hisaishi ha presentado 30 discos más. Si bien su obra como solista es ampliamente conocida y premiada (tal es el caso de la emblemática Asian Dream Song), su carrera realmente despega cuando inicia a componer la música para varias películas de animación. La primera será para una cinta de Hayao Miyazaki y se trata de Nausicaä en el Valle de los Vientos, le seguirán 9 más, entre ellas, La princesa Mononoke, El Viaje de Chihiro y el Increíble Castillo Vagabundo. Reconocido por academias de cinematografía de varios países (Japón, China, Hong Kong, Estados Unidos, Francia) Joe Hisaishi a participado en la partitura de  casi 60 películas, algo sólo comparable a la obra de John Williams. 


Ciertamente hablar de Joe Hisaishi es hablar de un peso pesado en el mundo de la música. Aquí me limitaré a dos de sus bandas sonoras: El Viaje de Chihiro y El Castillo Vagabundo. En la primera, Hisaishi explora instrumentaciones basadas fundamentalmente en el piano, su predilecto, y en sonoridades tradicionales japonesas, tal es el caso de Ano natsu he, Un día de verano, en ella lo primero que se advierte es la suave brisa, el sol radiante, las nubes, como su nombre lo indica, es un día de verano. Una delicada tonada nos recibe, como un susurro o un recuerdo que se acerca, y si, se trata de Inochi no namae. Luego cambia, se vuelve ágil, dinámica, torrencial, es la inevitabilidad del destino.

Sumamente tradicional y novedosa al mismo tiempo Kamisama-tachi, los Baños de los Dioses, rinde también, honor s a su título. Colocada casi al principio y al final de la cinta, Kamisama-tachi es digna representación de realeza y deferencia para con lo divino. Ya por partes amable y divertida, en otras majestuosa y rítmica.

Vendrá luego Ryu no shounen, el Niño Dragrón, haciendo despliege de su fuerza y misterio, y vemos las notas elevándose al cielo majestuosas igual que aquel dragón blanco. Trepidante, pero sin dejar de ser sutil y poderosa.

Ahi tendremos también la melancolísima Banme no eki, La Estación, quizá la más simbólica de todas, pues representa el Gran Viaje de iniciación en los misterios de nuestra Propia Leyenda. Es la acompañante al Viaje Interior,  en la búsqueda de quién es uno mismo, recodar que Kaonashi (sin cara) viene a un lado. Reflexiva, nostálgica, profunda. Uno no puede evitar entrar en una introspección al escuchar esta pieza. Sensación de vastedad, de inspiración y búsqueda de la sabiduría. 

Regresamos a la esperanza y la dicha con Futatabi. Belleza pura, alegría, plenitud, tristeza y consuelo. Composición de altos vuelos, arrolladora como el Mar. Inicio suave y continua in crescendo hasta la cumbre emocional, para devolvernos suavemente a la tierra y la calma. El hechizo se ha roto, la voluntad se ha cumplido. 

Nos despiden dos canciones: Inochi no name, el Nombre de la Vida e Itsumo nando demo, Siempre a tu lado; pero de ellas habrá un post especialmente dedicado.

Y el soundtrack de el Increíble Castillo Vagabundo es una exploración melodías de corte clásico europeo: los valses vieneses decimonónicos. Todo inicia por supuesto con el Opening: The Merry-go-round of Life, que como en el Viaje de Chihiro, es un pieza fundamentalmente para piano y que denotará el tema central de la cinta, reinterpretado en sus diferentes variaciones en otras melodías. Aquí no es un vals, es un llamado la acercarse y escuchar una historia, es el "había una vez..." de los grandes cuentos.

Mi sentidos se concentran en Stroll trough the sky, Un paseo por el cielo. Un vals, la tonada nos seguirá constantemente. La escena que ambienta el último minuto de la pieza es impresionante. Sólo camina, le dice Howl a Sophie y sucede la magia, tienes un talento natural para esto...y aterrizan sobre una plaza donde hay un baile de vals y nadie lo nota. Así es la verdadera magia, llega de improviso y hay que estar alertas.

La sencillez, dulzura, inocencia de Sophie se retrata en Sophie's Tomorrow. También sus temores y esperanzas. La pieza denota un aire doméstico y no lleva a la cocina del castillo Howl, por su aire de familiar intimidad. Revela un corazón repleto de sueños, de anhelos y deseos maravillosos, de amor, pasión, valor y sencillez. Si, pues la virtud de un corazón amante es la sencillez en su propio amor. Mas esta sencillez pronto muestra que es grandiosa, generosa y esperanzadora. También, como en casi todas las piezas de este filme, existe un dejo de tristeza, que flota en toda la película. Pero para un corazón observador, verá que esta nostalgia es sana, es un sano recogimiento ante las maravillas del mundo y sabio reconocimiento de nuestra pequeñez en él. Almas de corazones estrujables, vivos.

The Boy who drank a star es un parteaguas para este humilde viajero. Definitivamente una pieza que raya en lo místico. Esta es la pieza del Gran Viaje Interior para esta película. Del pasado al presente y dibujando un futuro. Tendrá su propio post indudablemente.

El tema central de toda la obra se resume, evidentemente, en Howl's Moving Castle Theme, versión completa del vals de The Merry-go-round of Life, magistralmente compuesta y siguiendo todos los arquetipos del vals vienés, pues tiene su introducción, sus varios valses internos, su coda y su finalle. Pero tecnisismos aparte, este vals es sin lugar a dudas, el vals de la vida al que ya le hemos dedicado un post particular: http://haciaeloccidente.blogspot.com/2008/12/miles-de-estrellas-en-el-boulevard.html.

Y cierra este extenso post La Promesa del Mundo, canción final de película y que no se escucha en ningún otro momento. Esta es LA canción como se ha expuesta ya en otra parte. Esta es LA Canción (letra)

¿Qué más se podría decir? Que de magia sabe Joe Hisaishi, que su Leyenda Personal nos embarga con su maravillosa música, música de la vida, la tristeza, la esperanza, los sueños, la libertad y el amor, sobretodo, el amor...

Larga vida a Joe Hisaishi.
Aquí, les dejo Un día de verano...

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