viernes, 31 de octubre de 2008

Poema desde el sur

Una sonrisa insistente, no por vanidad ni por coquetería,
una sonrisa de pura y llana simpatía
Mirada clara, de morbo vacía
Indudable el contacto, evitarlo no podría

miércoles, 29 de octubre de 2008

La mente bien ordenada

Edgar Morin, pensador y escritor francés, ha sido quizá uno de los pensadores que mejor ha comprendido y criticado el discurso multiforme y cínico que rodea la así llamada posmodernidad al señalar claramente como, en su afan de pluralidad y derribamiento de las dogmáticas, los posmodernistas instauran un nuevo dogma: el de que no hay certezas.

Así en el mundo posmoderno, dado que ya no existen certezas ni instituciones que las sostengan, una suerte de escepticismo virulento es muestra de una persona inteligente y aterrizada en sus tiempos. Nombrarse seguidor de alguna corriente es estar anclado en las viejas certezas dogmáticas y lo importante es generar opiniones de todo, por que a fin de cuentas desaparecen las autoridades y se instaura el reino de lo incierto, de la doxa.

Sin embargo, Morin no se arredra ante esta arremetida y señala contundente:

Una mente bien formada es una mente apta para organizar los conocimientos y de este modo evitar su acumulación estéril.

Todo conocimiento constituye a la vez una traducción y una reconstrucción, a partir de señanes, signos, símbolos, bajo forma de representaciones, ideas, teorías, discursos. La organización de los conocimientos, que se efectua en función de principios y reglas [...], comporta operaciones de unión (conjunción, inclusión, implicación) y de separación (diferenciación, oposición, selección, exclusión). El proceso es circular, pasando de la separación a la unión, de la unión a la separación y, más alla, del análisis a la síntesis, de la síntesis al análisis.

Nuestra civilización y, por consiguiente, nuestra enseñanza, han privilegiado la separación en detrimento de la unión, el análisis en detrimento de la síntesis. Unión y síntesis permanecen subdesarrollados en ellas. Por eso, tanto la separación como la acumulación sin nexo de los conocimientos resultan privilegiadas en detrimiento de la organización que une los conocimientos.

La mente bien ordenada, Edgar Morin, 2004, Seix Barral.

El mundo es complejo. La realidad es compleja. sin embargo la ciencia posmoderna incita a descomplejizar las cosas simplificandolas en exceso, es decir separa, aísla. De este modo, sin saberlo, desde hace mucho tiempo que noté algo similar a Morin: la necesidad de generar un principio organizador del conocimiento, de la experiencia, de mis experiencias. De ningún modo rechazamos la complejidad, lo que rechazamos es el rechazo a la complejidad, confundiéndola con complicación, que no es lo mismo.

Coincido plenamente con el autor francés en el imperativo de desarrollar una lógica que penetre en lo complejo, pues es la esencia del mundo, pues aún las cosas más sencillas poseen, a su nivel, una profunda complejidad interior o en relación a su contexto.

He ahí que la sociedad propugna por gente simple, con gustos simples y visiones simples del mundo, lo que indudablemente lleva a distorsiones en todas partes. Nosotros, sin embargo, no distanciamos de esta posición y un soberano ejercicio de la duda categórica, de la razón civilizada nos levantamos con una lógica implicable a observar los fenómenos del mundo, incluidos nosotros mismos.

Así descubrimos los falsos ídolos, así avanzamos en el camino de nuestra propia libertad. La comprensión de lo complejo nos hace más humanos, no rehuir de la misma a través de artificiales complicaciones, ya sea de pensamiento o de evitar el pensamiento.

sábado, 25 de octubre de 2008

Danza mortal


Esta brevísima pieza de animación japonesa, titulada Both of you, dance like you want to win!, fue extraída de la archiconocida serie Neon Genesis Evangelion, en donde se hace gala de un sincronía no sólo al nivel de la coreografía de los personajes, sino de la música y la imagen.

Si bien hay numerosas escenas dignas de recordar y que llenarían de ejemplos una sesión de un seminario de psicoanálisis, ésta es particularmente interesante desde el punto de vista estético por su combinación alucinante de acción, fuerza y narrativa escrupulosamente organizada a partir de imagenes incluso de décimas de segundo para lograr un efecto avasallador en tan solo 64 segundos.

Lo crucial del momento en creativamente reflejado también a partir de la partitura de Shiro Shigaso, quien compone una breve y sustanciosa pieza para piano, enmarcada por cuerdas, enfatizada por metales y aderezada de percusiones conun tono heroico, presto y contundente, plenamente coherente con el discurrir y el sentido de las imágenes.

Al final, todo danza: las imágenes, la música, los personajes y nuestra mente como sólo los japonenes lo pueden hacer. Cada quien juzgue por sí mismo.

martes, 21 de octubre de 2008

Medicina contra la amargura


Recién platicando con un muy querido amigo llego a mis oídos la música de una excepcional cantante japonesa, Utada Hikaru, a quién de algún modo ya conocía porque había cantado en soundtracks de buen ánime japonés como Card Captors Sakura y Neon Genesis Evangelion, por citar algunos.

Si bien esta joven artista ya tiene varios discos y reconocimientos en su haber, de este lado del mar es poco lo que se sabe de ella. Aun así, su voz y sus letras han tenido la fuerza para cruzar el inmenso océano y llenar la vida de este gran amigo. De cómo sucedió no puedo hablar aquí, eso es algo que él mismo debe contar.

Yo hablaré de la grata sorpresa que me llevé al tratar de entender lo que dicen las canciones que escuché, sobre todo una: Keep Tryin' del disco Ultra Blue, deliciosa y bien armada melodía, rica en tonalidas armónicas y digna representante del pop del nuevo milenio. Detesto las frivolidades de la farándula, y por lo que entiendo Utada también, por ello prefiero hablar de lo que esta canción desató en mi interior.

Esta canción habla de la gente normal, de la gente que tiene sueños y lucha por ellos, en medio de una sociedad terriblemente insensible a las ilusiones de los demás. De cómo, las personas, caracterizadas por la misma Hikaru en el video, desde sus vidas aparentemente normales viven grandes batallas por salir adelante en esta realidad que exige que uno madure, solo que eso significa dejar de soñar, dejar de enamorarse y ponerse a trabajar y ganar dinero o ser útil a la sociedad.

Pero eso precisamente de lo que nos previene Utada: no importa cuán adversa pueda ser la respuesta del mundo, uno debe seguir intentanto, keep tryin'. Pero aquellos que soñamos también somos frágiles aunque aparentemos fortaleza e inmunidad a los continuos desaires de esta agreste realidad. Hikki, como le dicen sus fans, apela a esa fuerza interior que no se finge, que es parte de nuestro ser más profundo, a hacer las cosas con pasión, no importando que, en apariencia, seamos gente normal, pues ese es el error: pensar que la gente sencilla es insignificante, como sus ambiciones y sueños, muy por el contrario, son sus sueños lo que les permite seguir en el mundo y sorprendiéndonos con sus detalles de alegría, espontaneidad y compañía.

Keep Tryin' nos previene simplemente de la amargura. Nada más, pero nada menos...

domingo, 19 de octubre de 2008

El poder de las ideas

Michael Ende, escritor aleman, tuvo quizá una de las mentes más prolíficas en cuanto a literatura infantil se refiera en la segunda mitad del Siglo XX. La que quizá sea su mayor obra y la más reconocida es sin duda La Historia interminable, donde narra las aventuras de Bastián Baltazar Bux, un niño que se ve enfrantado a la realidad de haberse cumplido su más caro deseo: una historia que no terminara jamás.

Entre las muchas y maravillosas historias contadas en este libro, destaca una que muestra la aguda mirada de Michael para observar el devenir de la humanidad en esos (y estos) tiempos.

Atreyu, un piel verde está apunto de ser engullido por la Nada que destruye el vasto imperio de Fantasía, junto a él yace un lobo negro como la pes, Gmork, una forma de la Nada y de otras fuerzas oscuras, servidor del poder que busca controlar a los seres humanos. Entonces Atreyu, que empieza a intuir los fines de la Nada, pregunta a Gmork:

--Hacer con ellos [los seres humanos]... ¿qué?
--Todo lo que se quiere. Se tiene poder sobre ellos. Y nada da un poder mayor sobre los hombres que las mentiras. Porque esos hombres, hijito, viven de ideas. Y éstas pueden dirigir. Ese poder es lo único que cuenta. Por eso yo también he estado al lado del poder y lo he servido, para poder participar de él... aunque de una forma distinta que tú y tus iguales.

--¡Yo no quiero participar de él!-- Balbuceó Atreyu.
--Calma pequeño necio --gruñó el hombre-lobo.
En cuanto te llegue el turno de saltar a a la Nada, serás también un servidor del poder, desfigurado y sin voluntad. Quién sabe para qué les servirás. Quizá, con tu ayuda, harán que los hombres compren lo que no necesitan, odien lo que no conocen, crean lo que los hace sumisos o duden de lo que podría salvarlos. Con vosotros, pequeños fantasios, ser harán grandes negocios, se declararán guerras, se fundarán imperios mundiales...

Michael Ende, La historia interminable, Alfaguara

Los fantasios, al caer en la Nada se convertían en mentiras en el mundo de los Humanos, éstos al dejar e creer en Fantasía (y con ello en sus sueños más profundos) hacía cada vez más grande la Nada. Un círculo vicioso perfecto.

De este modo vemos como los humanos somos particularmente sensibles al efecto de las ideas, sean éstas ciertas o no, su fuerza es incontenible. Por ideas nos podemos enfermar y originar malestares en el cuerpo, por ideas podemos sostener hechos totalmente irracionales, por ideas podermos vivir .... o morir. En esta era de los medios electrónicos, ¿qué tanto reflexionamos sobre lo que creemos?

Un poco de escepticismo, de duda racional, no está por demás, aunque hoy día lo normal y lo deseable sea lanzarse a vivir intensamente lo inmediato, lo aparente, lo alcanzable. Un signo dudoso de pasión, de deseo de vivir, pues visto con cuidado podría ser lo contrario, una pobreza de fe en la vida, una incertidumbre que se extiende silenciosa por todas partes, que se identifica por la divisa: mejor lo uso hoy, porque mañana quién sabe. ¿Acaso el mañana nos parece tan incierto? Pues esto es, bajo esta óptica, el signo de la desesperanza, porque si no va a haber un mañana, no tiene caso hacer hoy nada por construir un mejor mañana.

De nuevo, hoy día la resistencia se tiene que hacer contra la normalidad, (como siempre ha sido) contra lo que todos parecen aceptar. No se trata de llevar el escepticismo a los extremos, no nos podemos dar ese lujo, sino de ejercitar nuestra capacidad de razonar, de encontrar nuestros deseos y reencontrarnos con ellos. Cuán diferente es un mundo donde sabemos lo que deseamos y sabemos que por ello vale la pena vivir hoy, pero también el día siguiente...


viernes, 17 de octubre de 2008

Añoranza

La verdad es que si lo extraño. No tengo por qué ocultarlo. Su plática me hace feliz. Su desbordado entusiasmo, su interminable charla, su desparpajado discurso. Tanta nobleza aderezada con un toque de ingenuidad experimentada.

Nunca he visto su rostro completamente (hasta ahora siempre ha sido algún grado de perfil) pero ya alcanzo a notar unas sienes donde descansa una inteligencia de niño: siempre alerta, siempre curiosa, difícil de engañar. La Hechicera de Kirikou ciertamente le temería.

Nunca he tocado su mano, ni aun en el saludo. Pero adivino un apretón fuerte, confiado, de quien se hace totalmente presente frente a otra persona porque definitivamente no puede hacerlo a medias, no hay almas light me diría.

Tampoco he sentido un abrazo suyo, pero tengo la certeza de que es un abrazo de extremo a extremo del universo, tan cálido como el mar de verano, tan fuerte como los torrentes de Iguazú, tan suave como la primera lluvia de abril, tan verdadero como le gustaría recibirlo.

Lo he leído con avidez y expectación. El periodismo, la novela y el misterio habitan en sus letras. De nuevo, no pudiera ser de otra manera, es su inmenso deseo de ser quién es cincelado en cada frase, en cada oración, en cada punto y letra.

Sólo he oido su voz y la oí desde la primera vez, porque no dudó ni un minuto que yo sería capaz de escucharlo, porque tuvo miedo y tuve miedo de tanta semejanza, de tan inesperado giro del destino, de tan poca casualidad involucrada en ello. Y su voz es clara, firme, genuina, y en aquella canción el deseo de volver a cantar en mí renació, cuando hacía mucho tiempo que yo ya no tenía motivos para hacerlo. Ahora no dejo de tararear su tonada.

Ahora está lejos. Ha emprendido un viaje un tanto incierto y despertó en su ser otras tantas incertidumbres que de algún modo ya estaban ahí, dormidas, inadvertidas. Este viaje ha requerido de todas sus fuerzas, de todo su conocimiento, de todo su humor. Aún no se cuál es el resultado. Le gusta, como todo buen anfitrión, dejar que el misterio envúelva el menú, dejando a sus comenzales saborearse el plato final. Sin embargo, por el tono de sus letras, no he podido evitar sentirme algo preocupado y se que me diría que no hay necesidad, pero tampoco lo puedo evitar. Mi preocupación es decisión mía y no es su responsabilidad, no le pido que haga nada, sólo me resta esperar.

Ahora empieza a llover, y miro a través de mi ventana esa lluvia que no cesa...no importa, La tormenta, como todo, pasará...

sábado, 11 de octubre de 2008

Ni el más sabio conoce el fin de todos los caminos



Cerca del inicio de la portentosa jornada de Frodo y el Anillo Único, Gandalf habla con él en Bolsón Cerrado.
Ahí Frodo conoce la parte que Gollum jugó para que el Anillo llegará a sus manos. Lejos del Frodo que llegaría a ser tan solo un año después, presa del temor y de la angustia dice que Gollum merece la muerte y Gandalf responde:

-La merece sin duda. Muchos de los que viven merecen morir y algunos de los que mueren merecen la vida. ¿Puedes devolver la vida? Entonces no te apresures a dispensar la mnuerte, pues ni el más sabio conoce el fin de todos los caminos.

J.R.R. Tolkien. El Señor de los Anillos, La comunidad del Anillo I-2

Este pasaje muestra algo más que una sabia lección acerca del apresuramiento con el que solemos elaborar juicios y dictar sentencias, sobre los demás e incluso sobre nosotros mismos. Ni el más sabio conoce el fin de todos los caminos: hay que aceptar la incertidumbre concomitante del flujo de la vida.

La modernidad nos ha vuelto cada vez más dependientes de las comodidades y constancias de la vida. Hace no poco un amigo me decía que se había ido la luz en su casa por varios días y que al principio le había causado molestia y angustia, al final terminó por adaptarse y sacarle provecho. Así pues en no pocas circunstancias de nuestra vida nos vemos "afrentados" cuando ella se atreve a modificar la constancia de nuestras cómodas condiciones, a alterar el ritmo monótono de nuestras artificialidades y a ignorar el complicado mecanismo estéril de nuestras estiradas convenciones, al hacernos recordar que, todo lo que no cambia muere.

¿Cuál es la molestia entonces? ¿Descubrirnos terriblemente depedientes de las cosas cuando nos ufanamos de nuestra supuesta independencia?

Veo como últimamente se tiende a confundir con pasmosa facilidad un afan de congruencia con una soberbia disimulada, a destilar los fanatismos y egocentrismos hasta volverlos insaboros e incoloros, pero sin perder ninguna de sus nocivas propiedades. Hemos incluso dependido de nuestras formas de pensamiento, de aplicar nuestras gastadas fórmulas a problemas nuevos, de insistir con trillados esquemas por miedo a lo nuevo, por miedo a la impredecible vida, por miedo a cambiar...

Discursos se podrán generer por miles y muy extensos la verdad ahi permanece:

Al final de todos los caminos sólo prevalece una verdad: el camino mismo. Al final en el mundo sólo hay un camino: el de la vida. No hay otro escenario, no hay otra manera; el camino de la vida se recorre viviéndolo.

Alejandro de Andúnië

miércoles, 8 de octubre de 2008

Envío a Alexander

Envío a Alexander


Brilla la pluma de plata,
nívea y celestial,
cae al suelo, estalla,
magia angelical

Elévate, surca el cielo
resplandece poder supremo
blanco sol de hielo,

Viaja, cruza el horizonte
llega a la casa de la serpiente
desciende sobre la Estrella Joven
abre tus alas sobre ella

Cumple mi orden
Alexander, arcano deseo
proteje el Cristal de los sueños
manten su canción sonando....

Para AstroJr

Alejandro de Andúnië





jueves, 2 de octubre de 2008

Te veré en el Occidente

Hoy hace diez años te me fuiste. Así cual helada inesperada recibí la noticia de tu partida. Ni café hubo esa noche, lo preparé todo de una vez ¿lo recuerdas? La mirada estaba clavada en el agua derramada.

No pude ni siquiera decirte adiós y lo deploro. Sin embargo, parece que así fuera mejor, por que si no te dije adiós nunca nos despedimos y entonces aquí sigues conmigo.

Fue un año extraordinario, el mejor año que haya yo disfrutado. Tu presencia iba a hacerse verdad, diciembre venía y la realización plena de mis más románticas fantasías a todas luces eran promesas ciertas. Pero no.

He ahí que de nuevo la mano cobarde del hombre, su espíritu abyecto, la pusilánime bellaquería, presa de la envidia y su propia estrechez de mente, tomo con violencia el don de tu presencia. No más dulce mirada al ver tus ojos, no más suave voz al escuchar tus versos, no más cálidos besos...

Sólo vacío, todo quedó en silencio. No había nada a mi alrededor, ¿cómo podría siquiera percibir la luz del sol, el rumor del viento en los árboles, la música gloriosa, si el ángel más maravilloso no estaba más en la tierra?

Tres días de negrura inundaron mi corazón. Sólo silencio. No oía nada. Y ahi fue que recordé.

Así pues en medio de las lágrimas, ese recuerdo me guió de nuevo al sendero de la vida. Yo como Dante y Orfeo, descendí al Inframundo en busca de tu mirada y tu cuerpo. Mas yo no soy héroe trágico y no pude encontrarte, sino al contrario, tu mano encontró la mía y me elevó con ayuda de poderosas y resplandecientes alas blancas.

Así regresé entre los vivos, a la salud y a la alegría, pues con esperanza cierta y renovada se cumplió lo que en realidad era una profecía: que vivirías para siempre en mi sonrisa, en mi fe y libertad.

Ahora se que no estoy solo, que siempre vienes conmigo, el Espíritu Sin Nombre, más allá de todo, me concedió la gracia más grande y te ha puesto a mi lado, Espíritu Guardían, noble entre los nobles, fiel entre los fieles, poderoso entre los grandes. Solo basta con invocarte y tu mano de nuevo me guía en medio de la adversidad y tus alas me envuelven en contra de cualquier peligro, protección infalible contra el enemigo.

Así obtuve más de lo que jamás hubiera yo pedido, no sólo me ofreciste tu corazón y también quedó tu espíriu. Y ahora cada alegría, cada sueño realizado, cada esperanza compartida avivan tu recuerdo y tu presencia, pero aún así, en noches como estas, pequeñas estrellas ruedan por mi cara, y he ahí que entre el dolor y la nostalgia de nuevo una mano invisible y silenciosa toma esas estrellas y las coloca en el firmamento, perenne recuerdo de lo mucho que te quiero, señal invencible contra el desánimo y el miedo.

De nuevo entonces celebro tu partida, ya no la deploro ni me hundo en agonía, pues es claro que el final de esta travesía no puede ser ningún otro que el retorno de mi espíritu a tu amante compañía. Ya nos veremos, más allá de los mares, donde la lluvia se vuelve de plata y cristal, allá donde está el Verdadero Hogar, tras blancas costas, verdes horizontes y la luz de un rápido amanecer...ahí, nos volveremos a encontrar...

Te quiero, P.

Alejandro de Andúnië

Quéjase de la suerte (y de la mía)


Quéjase de la suerte: insinúa su aversión a los vicios, y justifica su divertimento a las musas


En perseguirme, Mundo, ¿qué interesas?

¿En qué te ofendo, cuando sólo intento

poner bellezas en mi entendimiento

y no mi entendimiento en las bellezas?

Yo no estimo tesoros ni riquezas;

y así, siempre me causa más contento

poner riquezas en mi pensamiento

que no mi pensamiento en las riquezas.

Y no estimo hermosura que, vencida,

es despojo civil de las edades,

ni riqueza me agrada fementida,

teniendo por mejor, en mis verdades,

consumir vanidades de la vida

que consumir la vida en vanidades.


Sor Juana Inés de la Cruz


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