sábado, 11 de octubre de 2008

Ni el más sabio conoce el fin de todos los caminos



Cerca del inicio de la portentosa jornada de Frodo y el Anillo Único, Gandalf habla con él en Bolsón Cerrado.
Ahí Frodo conoce la parte que Gollum jugó para que el Anillo llegará a sus manos. Lejos del Frodo que llegaría a ser tan solo un año después, presa del temor y de la angustia dice que Gollum merece la muerte y Gandalf responde:

-La merece sin duda. Muchos de los que viven merecen morir y algunos de los que mueren merecen la vida. ¿Puedes devolver la vida? Entonces no te apresures a dispensar la mnuerte, pues ni el más sabio conoce el fin de todos los caminos.

J.R.R. Tolkien. El Señor de los Anillos, La comunidad del Anillo I-2

Este pasaje muestra algo más que una sabia lección acerca del apresuramiento con el que solemos elaborar juicios y dictar sentencias, sobre los demás e incluso sobre nosotros mismos. Ni el más sabio conoce el fin de todos los caminos: hay que aceptar la incertidumbre concomitante del flujo de la vida.

La modernidad nos ha vuelto cada vez más dependientes de las comodidades y constancias de la vida. Hace no poco un amigo me decía que se había ido la luz en su casa por varios días y que al principio le había causado molestia y angustia, al final terminó por adaptarse y sacarle provecho. Así pues en no pocas circunstancias de nuestra vida nos vemos "afrentados" cuando ella se atreve a modificar la constancia de nuestras cómodas condiciones, a alterar el ritmo monótono de nuestras artificialidades y a ignorar el complicado mecanismo estéril de nuestras estiradas convenciones, al hacernos recordar que, todo lo que no cambia muere.

¿Cuál es la molestia entonces? ¿Descubrirnos terriblemente depedientes de las cosas cuando nos ufanamos de nuestra supuesta independencia?

Veo como últimamente se tiende a confundir con pasmosa facilidad un afan de congruencia con una soberbia disimulada, a destilar los fanatismos y egocentrismos hasta volverlos insaboros e incoloros, pero sin perder ninguna de sus nocivas propiedades. Hemos incluso dependido de nuestras formas de pensamiento, de aplicar nuestras gastadas fórmulas a problemas nuevos, de insistir con trillados esquemas por miedo a lo nuevo, por miedo a la impredecible vida, por miedo a cambiar...

Discursos se podrán generer por miles y muy extensos la verdad ahi permanece:

Al final de todos los caminos sólo prevalece una verdad: el camino mismo. Al final en el mundo sólo hay un camino: el de la vida. No hay otro escenario, no hay otra manera; el camino de la vida se recorre viviéndolo.

Alejandro de Andúnië

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