miércoles, 29 de octubre de 2008

La mente bien ordenada

Edgar Morin, pensador y escritor francés, ha sido quizá uno de los pensadores que mejor ha comprendido y criticado el discurso multiforme y cínico que rodea la así llamada posmodernidad al señalar claramente como, en su afan de pluralidad y derribamiento de las dogmáticas, los posmodernistas instauran un nuevo dogma: el de que no hay certezas.

Así en el mundo posmoderno, dado que ya no existen certezas ni instituciones que las sostengan, una suerte de escepticismo virulento es muestra de una persona inteligente y aterrizada en sus tiempos. Nombrarse seguidor de alguna corriente es estar anclado en las viejas certezas dogmáticas y lo importante es generar opiniones de todo, por que a fin de cuentas desaparecen las autoridades y se instaura el reino de lo incierto, de la doxa.

Sin embargo, Morin no se arredra ante esta arremetida y señala contundente:

Una mente bien formada es una mente apta para organizar los conocimientos y de este modo evitar su acumulación estéril.

Todo conocimiento constituye a la vez una traducción y una reconstrucción, a partir de señanes, signos, símbolos, bajo forma de representaciones, ideas, teorías, discursos. La organización de los conocimientos, que se efectua en función de principios y reglas [...], comporta operaciones de unión (conjunción, inclusión, implicación) y de separación (diferenciación, oposición, selección, exclusión). El proceso es circular, pasando de la separación a la unión, de la unión a la separación y, más alla, del análisis a la síntesis, de la síntesis al análisis.

Nuestra civilización y, por consiguiente, nuestra enseñanza, han privilegiado la separación en detrimento de la unión, el análisis en detrimento de la síntesis. Unión y síntesis permanecen subdesarrollados en ellas. Por eso, tanto la separación como la acumulación sin nexo de los conocimientos resultan privilegiadas en detrimiento de la organización que une los conocimientos.

La mente bien ordenada, Edgar Morin, 2004, Seix Barral.

El mundo es complejo. La realidad es compleja. sin embargo la ciencia posmoderna incita a descomplejizar las cosas simplificandolas en exceso, es decir separa, aísla. De este modo, sin saberlo, desde hace mucho tiempo que noté algo similar a Morin: la necesidad de generar un principio organizador del conocimiento, de la experiencia, de mis experiencias. De ningún modo rechazamos la complejidad, lo que rechazamos es el rechazo a la complejidad, confundiéndola con complicación, que no es lo mismo.

Coincido plenamente con el autor francés en el imperativo de desarrollar una lógica que penetre en lo complejo, pues es la esencia del mundo, pues aún las cosas más sencillas poseen, a su nivel, una profunda complejidad interior o en relación a su contexto.

He ahí que la sociedad propugna por gente simple, con gustos simples y visiones simples del mundo, lo que indudablemente lleva a distorsiones en todas partes. Nosotros, sin embargo, no distanciamos de esta posición y un soberano ejercicio de la duda categórica, de la razón civilizada nos levantamos con una lógica implicable a observar los fenómenos del mundo, incluidos nosotros mismos.

Así descubrimos los falsos ídolos, así avanzamos en el camino de nuestra propia libertad. La comprensión de lo complejo nos hace más humanos, no rehuir de la misma a través de artificiales complicaciones, ya sea de pensamiento o de evitar el pensamiento.

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