lunes, 3 de mayo de 2010

El Viaje del Héroe I: El Advenimiento



Pocas ideas creadas por el hombre tienen tal poder como la idea del héroe.
Los héroes han estado presenten en las narraciones de la humanidad desde tiempos inmemoriales, pues tienen muchas funciones que van de lo político, lo económico, pasando por lo religioso, lo mítico, lo identitario, lo poético, hasta llegar sin duda, a lo inconsciente, verdadero asiento de lo fundacional, lo estructural, el Ser quien soy.

A todas luces, el discurso sobre el héroe es un discurso de analogías, metáforas y simbolismos. Éstos últimos son los más interesantes. Sin embargo, no se abundará en esta ocasión sobre las diversas teorías que hay acerca del héroe, más bien invito a leer y aprender sobre este vasto tema a través de las muchas fuentes que hay al respecto. Aquí sólo se resumirán sus aspectos más básicos.

Formalmente el Viaje del Héroe inicia con la confrontación de su destino. Se le vaticina su participación en eventos más allá de su comprensión, a los que se niega a participar; pero para los que de algún modo ya sea por intuición, premonición o inconsciente, ya se sabía destinado. Incluso pudo haberlo deseado.  A este momento inicial se le llama el Advenimiento. Luego vienen otros momentos: la partida del hogar, el inicio del trayecto, el encuentro con numerosos personajes (algunos ayudarán, otros impedirán); el descenso al inframundo, hasta llegar al momento apoteósico de enfrentarse con el enemigo (lo que toma tantas y tantas formas en cada historia y cultura), y al final a veces, el retorno al hogar, lo que no pocas veces es más difícil que el enfrentarse al mísmisimo enemigo.

La Línea de Alejandro también tiene una tradición para interpretar el Viaje del Héroe, la revisaremos poco a poco. Para empezar diremos que el Viaje del Héroe, es el Camino de sus Deseos Más Secretos, ni más ni menos, pero no hay camino en el que el peligro de perderse esté más latente todo el tiempo. Desde esta perspectiva del Viaje de Héroe, el Advenimiento como tal nace de un deseo verdadero, el cual que no encuentra, aparentemente, satisfacción posible en el arreglo de condiciones del mundo y la sociedad que le toca ,vivir al héroe y que incluso, su realización podría generar más conflictos de los que resolvería. Así, este primer deseo originario, ubicando  la mayor parte de las veces en la infancia, pero no es regla; este deseo único e irrepetible en cada ser se volverá fundacional y ante su frustración inicial, permitirá al niño la creación de un mundo imaginario, fantástico, sustitutivo, evasivo, contestatario y por ello mismo, identitario, dentro del cual se verán realizadas todas las ilusiones y sueños pertenecientes al ciclo de fantasías asociadas a su deseo. No, no es esta una disertación psicoanalítica, es una metafísica de los deseos.

Como dijimos párrafos arriba, el Advenimiento del Viaje del Héroe nunca es recibido con júbilo y alborozo por aquel. Cuando sucede así, nos encontramos indudablemente frente a un vanidoso, un pretencioso, egocéntrico fantoche ávido de llamar la atención, que en su exhibición glamurosa de ignorancia deja claro que no tiene alma de héroe, pues no concibe el tamaño de la empresa y los sacrificios que exige sino que solo se embelesa con los reconocimientos y la adulación que imagina para sí. Es una wannabe cualquiera. Ni que decir que siempre son los primeros en huir o morir.

Dicho así entonces, el intuir, el saber que está en el Destino de uno el ser Héroe es más una certeza ominosa que un motivo de celebración, porque confronta con el Primer Momento en la Identidad del Héroe, se choca de frente con el llamado a trascender de las condiciones originarias del Héroe.  De origen el Héroe es un campesino, es  un aprendiz, es un tipo de suburbios, es un ama de casa, alguien común y corriente, nadie especial, sin saber que su designación descansa precisamente en esa falta de vanidad y pretensión, porque su verdadera grandeza está en  su pureza, su resistencia al egocentrismo, en su resistencia a dudar de toda comodidad y adulación; descansa en preguntarse por las cosas antes que regalado, confianzudo y taimado, se autocomplazca en que al fin se le reconoce su inadvertida  (y evidentemente inmerecida) gloria y admiración. Todo lo contrario, su designación como Héroe radica en el hecho de que no busca honores ni privilegios; sabe que la mejor recompensa de un trabajo bien hecho es la felicidad, la tranquilidad del espíritu y no el reconocimiento vacío de los que ansían ser reconocidos. Este tomar consciencia, a medias, de la vastedad de la empresa que se coloca en su vida, basta para confirmar el concepto que tienen de sí mismos, muy por debajo de su verdadero potencial y activa una búsqueda frenética por evitar participar de tal empresa, sin notar, que cada intento por evadirla los acerca más a ella. Piénsese en Perseo, en Arturo, en Bastián, en Frodo, en Neo; todos llamados a realizar grandes cosas, pero ninguno las aceptó en el Primer Momento.

Sin embargo, este choque entre lo que se cree que se es y lo que se impele a ser ha de provocar consecuencias profundas y poderosas, pues colocan al ser en una posición insostenible que solo puede resolverse mediante la toma de decisión: se inicia el camino o se resigna a la apacible existencia previa, mas oh ironía, nunca volverá a ser apacible pues por siempre quedará la inquietante duda de qué hubiera pasado si...


El Advenimiento es la Primer Gran Batalla en el Camino del Héroe, es la confrontación de temores muy añejos sobre nuestro propio valer. Es un cuestionamiento serio y contundente sobre el papel que jugamos en el mundo y un "poner las cartas sobre la mesa" precisamente sobre las cartas que nos tocan jugar en la partida del universo. Nada más, pero nada menos. De ahí que dijéramos que se trata de un momento fundacional en la identidad: es decidir, SOY O NO SOY, dilema de cuyas insondables consecuencias bien nos puede hablar Hamlet.

Todos los días pasamos por momentos similares al Advenimiento. Todos los días el mundo moderno nos empuja a adaptarnos a él, servirle a lo que se creó para que nos sirviera. A dudar de nuestras dudas y abrazar confiados las respuestas esterotipadas, engañosas, pero sutilmente convincentes que el mercado y el consumo ofrecen, soluciones pasajeras pero que se compran con la más preciado que tiene uno, su identidad. Es un momento de Emancipación, de búsqueda de la Libertad y de Independencia, pero mucho más profundo de lo que hoy día está de moda el hablar de tales términos. La Vida nos invita a ser héroes de nosotros mismos y eso sólo puede ser cuando somos nosotros mismos, libres, solo así podemos llegar a ser Héroes. Nadie más puede salvarnos y solo puede ser a través del amor.

Pero de eso hablaremos en otra ocasión, siguiendo el Viaje del Héroe.


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