sábado, 31 de julio de 2010

Ciao

Ciao: palabra italiana que se usa tanto para saludar como para despedirse.



Ahí estuvieron frente a frente.
La típica despedida en el aeropuerto.
Él no llevaba más que lo necesario en su mochila.
No llevaba más equipaje.
Él no dejaba de mirar sus ojos, oscuros, brillantes, tristes, misteriosos, bellos...
La despedida fluyó sin mayor drama.
Buenos deseos, mantente en contacto, buen viaje, visítame... todo lo clásico, todo bajo control...
Vino entonces el momento del abrazo. Todo calló en ese momento supremo.
Fuerte, cercano, mejilla con mejilla, brazos extendiéndose todo lo posible,
como queriendo abarcar la vastedad del corazón henchido de nostalgia.
Ahí él quiso decir: no te vayas. Él quería decir: no quiero irme.
Pero ninguno dijo nada.
Pero lo seguirían diciendo.
Él lo diría al darse la vuelta y dirigirse al estacionamiento.
Él lo diría al caminar por la sala internacional.
Él lo diría al cruzar el gran vestíbulo del aeropuerto.
Él al sentarse en la sala se salida frente a los grandes ventanales y gigantescos aviones.
Él lo volvería a decir al quedarse sentado en frente al volante del auto durante quién sabe cuánto tiempo.
Él lo volvería a decir en la furtiva mirada hacia atrás justo al subir al avión.

Pero ninguno dijo nada.

El Valor de decir lo que realmente se quiere es fundamental para cambiar o realizar el propio destino. Hay cosas que deben ser dichas, nunca calladas. Cada quien aprenda su propia lección.

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