domingo, 25 de julio de 2010

Las Reales Navas Imperiales de Teluro - Despedida


Teluro mira al sur y al oriente hacia el mar. En la parte suroccidental de su litoral fueron erigidas las Reales Navas Imperiales de Teluro, un puerto franco para la navegación y el intercambio, más no solo el comercial. En las Reales Navas Imperiales se intercambian vivencias, experiencias, sabiduría de vida. 

A quien por primera vez llegara a las Reales Navas le sobrecogerá el interminable fluir de gente y navíos. Gente de todas partes, navíos de todos tipos. Estos Puertos son francos y abiertos, no se juzga a nadie por sus intenciones, sino por sus actos. Esos hablan por si solos.  Aquí los actos generosos no son los que hablan de la riqueza material del viajero, sino sus actos de compartir sus historias, sus emociones y sus deseos. A veces las Reales Navas están casi vacías, otros días rebosan de viajeros, mercancías y naves. Fluyen con el Lifestream, nunca demasiado tarde, sólo a su tiempo.

La bitácora de las Reales Navas bastaría para llenar bibliotecas enteras con cada historia, cada sueños, cada dolor, cada aprendizaje, cada consejo, cada discusión que fue registrada por el Visir del Puerto, el que en nombre del Emperador da la bienvenida a los que llegan a la Capital del Gran Imperio. Sin embargo, muchos de los que vinieron buscando audiencia con el Emperador no lo consiguieron, en cambio muchos que ni la buscaron la tuvieron: Su Majestad gusta de pasar inadvertido entre las gentes del Puerto y ser el mismo quien converse y juzgue los corazones. De este modo las historias registradas en la Bitácora sólo son las verdaderas. Los oportunistas, los mentirosos, los cobardes no pueden dejar su historia aquí, no tanto porque no se los permita el Emperador, sino porque a fin de cuentas no tienen una historia, una canción, un verso, un temor, una verdad que contar. Los que no se conocen a sí mismos, los que huyen de su libertad, los que no saben amar ni se dejan amar, los que engañan y manipulan, los que buscan el poder o el dinero no tienen cabida en un Puerto creado para confrontar a cada quien con su miseria o su pobreza. 

Tal y como te ocurrió a ti. Tú que conseguiste una audiencia con el Emperador y no asististe por sabrá la Vida quién sabe qué y cuántas dudas. Tú que postergaste ese encuentro. Tú que en la vera de los Puertos al Palacio del Profundo Misterio hiciste caso de temores y habladurías. Tú que le diste más valor a lo trivial y despreciaste lo invaluable. que ofrece este puerto. Tú que dudaste, dudaste en el fondo de tí. Fue en tu persona en quien no confiaste y le echas la culpa a otros. Tú que ahora mismo titubeas y no sabes la diferencia entre la lealtad y la fidelidad, sabe que la verdadera fidelidad siempre es con uno mismo y su ausencia es la raíz de la hipocresía, el cinismo, la cobardía y toda forma de pesimismo y germen, pues, de la derrota. Es falta de fe y falta de valor. Y dado que no has tenido el valor de irte ni de quedarte, aquí he de dejarte yo. Este puerto seguirá abierto a ti y a todos los cansados viajeros que necesiten refugio, a los exploradores, a los que busquen consejo y consuelo, a los que busquen inspiración y conocimiento, pues esa es su misión y para eso fue creado; pero para llegar aquí --y permanecer aquí-- todos sin excepción habrán de ser guiados por un Deseo Verdadero y sostenidos por su Valor y Coraje. Han de querer estar aquí. Por eso no hay otra manera de que sus historias sean inscritas en la Bitácora del Puerto.

Entiendan esta lógica: nada es más  importante que los Verdaderos Deseos, (el Amor, la Libertad, la Fe, la Esperanza y los específicos de cada quien), pero si en tus actos se revela como lo importante todo lo demás, lo mundano, lo trivial, lo habrás perdido todo y no tendrás nada que intercambiar en la Reales Navas. A estos Puertos Mágicos, sólo te puede traer un Deseo, la más pura expresión de la magia en el ser humano.

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