Si bien pudiera parecer que hablar de la Navidad es un asunto trillado, el mero asunto de pensarlo así es lo trillado. La Navidad no ha dejado de ser nueva y tiene más de dos mil años.
Los ritos de iniciación de la nueva era, que coinciden con la festividad cristiana de la Navidad, son, por supuesto, más antiguos que la Navidad misma. La Noche del Sol Triunfante es un evento conocido por casi todas las culturas del mundo, llamándose así, a la noche más larga del año, el solsticio de invierno, en que la noche dura cerca de 16 horas.
Para nuestro antepasados el continuo declinar del sol a lo largo del otoño era un símbolo de angustiante decadencia y de la posibilidad de que el sol estuviera muriendo y que quizás, en el peor de los casos, una noche no volviera a salir jamás. Cientos de rituales están registrados en los libros de historia (y cientos más que no tuvieron esa suerte) para ayudar al sol a combatir la oscuridad (mayas, mexicas) a tomar fuerzas de nuevo (India, Persia) y a renacer (resucitar) con nueva vida inaugurando un nuevo año (Egipto, Mesopotamia).
En las Tradiciones Fantásicas la única forma de ayudar al Sol en su renovación era renovar los deseos. Nada está más lejos en Fantasía que algo que no se desea. Así pues, la Navidad es la renovación de los deseos previa – y necesaria– para iniciar el Año Nuevo, pues como se comprenderá, un Año Nuevo en el sentido pleno del sustantivo y del adjetivo, solo puede iniciar cuando se tiene un DESEO nuevo de una nueva vida.
La Navidad es la Noche de la Renovación de los Deseos, esta noche se pueden dejar atrás amarguras y recelos a favor de nuevas esperanzas y cambios de actitud. El Espíritu de la Navidad busca entrar en todos los corazones y si le es permitido opera asombrosos cambios en las personas, porque las personas han decidido cambiar. Es un acto de humildad, sencillez y amor, quizá uno de los más genuinos actos de amor por uno mismo: dejar entrar el Espíritu de Navidad, para renovar los deseos. Quien lo haga es muy afortunado y testigo pleno de la magia de la Navidad. Ahí está el secreto. Úselo quien así lo desee. Es mi mayor deseo.
Feliz Navidad.
Los ritos de iniciación de la nueva era, que coinciden con la festividad cristiana de la Navidad, son, por supuesto, más antiguos que la Navidad misma. La Noche del Sol Triunfante es un evento conocido por casi todas las culturas del mundo, llamándose así, a la noche más larga del año, el solsticio de invierno, en que la noche dura cerca de 16 horas.
Para nuestro antepasados el continuo declinar del sol a lo largo del otoño era un símbolo de angustiante decadencia y de la posibilidad de que el sol estuviera muriendo y que quizás, en el peor de los casos, una noche no volviera a salir jamás. Cientos de rituales están registrados en los libros de historia (y cientos más que no tuvieron esa suerte) para ayudar al sol a combatir la oscuridad (mayas, mexicas) a tomar fuerzas de nuevo (India, Persia) y a renacer (resucitar) con nueva vida inaugurando un nuevo año (Egipto, Mesopotamia).
En las Tradiciones Fantásicas la única forma de ayudar al Sol en su renovación era renovar los deseos. Nada está más lejos en Fantasía que algo que no se desea. Así pues, la Navidad es la renovación de los deseos previa – y necesaria– para iniciar el Año Nuevo, pues como se comprenderá, un Año Nuevo en el sentido pleno del sustantivo y del adjetivo, solo puede iniciar cuando se tiene un DESEO nuevo de una nueva vida.
La Navidad es la Noche de la Renovación de los Deseos, esta noche se pueden dejar atrás amarguras y recelos a favor de nuevas esperanzas y cambios de actitud. El Espíritu de la Navidad busca entrar en todos los corazones y si le es permitido opera asombrosos cambios en las personas, porque las personas han decidido cambiar. Es un acto de humildad, sencillez y amor, quizá uno de los más genuinos actos de amor por uno mismo: dejar entrar el Espíritu de Navidad, para renovar los deseos. Quien lo haga es muy afortunado y testigo pleno de la magia de la Navidad. Ahí está el secreto. Úselo quien así lo desee. Es mi mayor deseo.
Feliz Navidad.
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