viernes, 4 de junio de 2010

Tres mil y una noches



Las ardientes arenas del desierto guardan innumerables secretos y fuentes de vida, por más adversas e inhóspitas que parezcan en su aridez. Así, tres mil granos de arena apenas llenarían un reloj para medir una hora de tiempo. Por lo tanto, lo vivido aquí gracias a tres mil visitas apenas basta para llenar la hora más vasta de mi vida.  Y que de las 2000 visitas a las 3 mil solo hubieran mediado tres meses, mientras que de las mil a las dos mil más de medio año es evidencia de que el corazón en sus honestos deseos ha atraído a otros genuinos deseantes. Si esto no es motivo de gratitud para cada viajero y viajera que aquí ha estado, entonces no se qué pueda serlo. Tres mil gracias.

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