domingo, 27 de junio de 2010

A la Generación 2005-2010


Gózate excepción del tiempo
y porque el mundo te admire:
¡vive tanto como sabes
goza tanto como vives!
Sor Juana Inés de la Cruz

Yo estuve ahí. Era un 5 de septiembre de 2005. Casi como la canción de Mecano. Vi muchos rostros curiosos, expectantes, dubitativos, eso sí analíticos todos, a su particular modo. No fue fácil el primer contacto. Alto en expectativas, joven en experiencia, fue un curso complicado. Ciertamente ese semestre salió mejor de lo esperado.
Con ningún grupo antes he tenido tanto contacto. Miro hacia atrás y veo tantas cosas realizadas. Solo un semestre no tuvimos clase, pero otro semestre tuvimos dos, así que eso compensa la cuenta. Es más, a algunos con una solo vez no les bastó, tomaron dos veces el mismo curso. Creo que debo sentirme elogiado. Sin embargo, y como un buen amigo me dijo, creo que faltaron de hacer muchas más cosas.

    Ustedes son el grupo de la irreverencia que rompía el hielo. Los que respondieron a la seriedad y escrupulosidad apelmazada de la institucionalidad con una reveladora dosis de humor. Cómo olvidar la máscara dorada. En ambas versiones, el ojo agudo, el humor ácido, nos recordó a todos que seguimos siendo humanos, falibles, con claroscuros. Pero, ¿acaso si no fuera porque algo hicimos bien o algo dejamos claro que no se debe hacer, porque mostramos un camino, porque consolamos o desafiamos, porque impusimos o persuadimos, ustedes se hubieran tomado la molestia de mediante una parodia, evidenciar que hemos significado algo en su vida? No es narcisismo  esta pregunta, es gratitud.
Ustedes son el grupo de la transición. De unas instalaciones apenas suficientes a una infraestructura adecuada para nuestra noble ciencia. De una planta docente diversa y, llamémosle así, “multidisciplinaria”, a contar con una planta docente de sólida formación y experiencia en el campo profesional de la psicología. Solo basta observar: la escuela que dejan es mejor de la que recibieron. En parte es mérito suyo.

Son el grupo de la cooperación. No recuerdo una sola ocasión en que a una petición mía de apoyo para alguna conferencia o evento me hayan dicho que no. Durante la mayor parte del tiempo siempre estuvieron dispuestos a participar, a organizar, a mocharse como quien dice, a compartir el trabajo. No faltaron los desacuerdos, ni las diferencias, pero también hubo reconciliaciones. De eso el señor Ricardo y Omar nos pueden ilustrar claramente al respecto.

Son el grupo de las sorpresas y el suspenso. Pues no fue sino hasta el final que algunas se decidieron a hablar muy dueñas de si, calcularon el momento exacto en que su aparición causarían el mayor efecto, claro, al final. Y sorprendieron a propios y extraños. Ahí tenemos al ala derecha del salón.

Son el grupo de la sensibilidad y el jolgorio. De intensa gama de emociones siempre rechazaron las fingidas y las hipócritas. La risa siempre fue su mejor talento. Astucia veloz y sarcasmo oportuno. David y Leo, definitivamente, no los echaremos de menos. Es broma, por supuesto.

Son el grupo de la sencillez y el trabajo. A pesar de los recursos limitados, de las dudas que ellos mismos o los profesores pudieron haber tenido sobre sus capacidades, a pesar de las pérdidas materiales y sentimentales, de los numerosos obstáculos en el camino, no dejaron de dar el mayor esfuerzo y conseguir el más preciado de los reconocimientos: el propio. No creo que esto ya le sorprenda señor Marco Antonio ¿o sí?

No me queda más que exhortarlos a vivir plenamente y citando al maestro Erich Fromm diré: vivan sin adorar ídolos ni ilusiones, porque han llegado al estado en que no necesitan tales ilusiones. Desarrollen su capacidad de amar, junto con el pensamiento crítico, rechacen cualquier fanatismo o dogmatismo, para que puedan desprenderse del narcisismo y aceptar las limitaciones trágicas inherentes a la existencia humana. Hagan del pleno desarrollo de sí mismo y del prójimo la meta plena de vivir. Nunca dejen de usar la imaginación, no para escapar de las circunstancias intolerables, sino para anticipar las posibilidades reales, como medio para mejorar sus circunstancias y realizar sus sueños. Gocen de su libertad y sus sentimientos. Sean desobedientes.

Sepan que sólo muy pocos han alcanzado la plenitud en todas esas cualidades, pero vivir sin siquiera tener la ambición de alcanzar tales metas, es tan inútil como construir castillos en el viento. Sean felices, sigan el camino de sus deseos en lugar de retornarlos a lo inconsciente.

Victor Manuel Alejandro Espinosa

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