Tanto tiempo preguntándome si las recientes decisiones habían sido las correctas. Tanto tiempo dudando de si estaba siguiendo mi propio camino. Tanto reproche anticipado por resultados que aun no han pasado. Tanto temor de estarme convirtiendo en lo que estaba combatiendo. ¡Qué impresionante trance ha sido éste! ¡Qué evidentemente claro resulta que si me extravíe, pero también que me he percatado de ello y que no sólo no me he salvado, sino que además era necesario todo ese rodeo! ¡Qué dichoso y tranquilo me siento de ello! Estoy, quizá, por primera vez en mi vida en el lugar desde el que si puedo seguir mi camino, desde el que si puedo alcanzar ese sueño. En esta noche clara, después de un día común recupero el sentido de muchas cosas y me doy cuenta de que aun faltan varias cosas por recuperar de mi y volverme a sentir pleno.
Mas también tengo claro que quizá varias de estas cosas era necesario perderlas, que me oprimian y me ataban a esa moral complaciente e infatil que pone como imperativo máximo complacer a los demás como forma de complacerme a mi. ¡Cómo no me iba a sentir tan perdido, tan extraviado, tan desprotegido si no sólo no me he movido de posición, sino de forma de pensar de mi mismo y, con ello, de forma de ver la vida! Así entre lo perdido no todo está perdido, más bien por el contrario, me he liberado de lastres que me ataban y detenían. Los dos sueños recienten los prueban. Volver a volar por necesidad y ahora si controlar el sueño y no caer; y luego volver a volar por decisión y deseo de practica y temer las consecuencias de tal poder y proyectarlas en los demás, a los que inconscientemente creo que ofenderé al poderme mover en mi propio Flujo del Viento. Hay, sin embargo, aquí un riesgo latente y objetivo, pues disfrtar de este poder, que embriaga de tanta alegría y tanta emoción por creerlo inalcanzable y verlo realizado y a mi alcance, fácilmente puede trastocarse en arrogancia, soberbia o necedad. Pero habrá de solicitar la comprensión (si sé que no la tendré) para estos perjuicios transitorios y habré de correr los riesgos y soportar los golpes, ya que, cómo un infante, estoy aprendido a caminar y es necesario caer para recobrar el equilibrio y seguir adelante.
¡Eso si! Debo evitar el premio breve y engañoso de la autocomplacencia tan nociva en cuanto a altos vuelos se refiere, pero tampoco habré de negarme a la sincera y bien ganada recompensa de disfrutar mis propios logros. No tengo vocación de martir, pero voy en camino de ser Héroe de mi Propia Leyenda, como fue mi original deseo. Así será lo sé. Creo en mí. Estoy sin lugar a dudas al inicio, que no al final, de una gran aventura. Veo nuevas tierras desde el Cielo. ¡Oh Dioses!
Alejandro de Andúnië.
(Quiero aventuras que al mundo asombren y un gran amor quiero encontrar, que feliz a mí vendrá y me entienda de verdad, quiero mucho más que un simple plan).
No hay comentarios.:
Publicar un comentario