Los flujos del Viento son insondables, inescrutables y casi inenfrentables. Casi.
Pero he ahí que hay quienes contra toda posibilidad se levantan contra tales flujos y logran lo imposible: crear su propio flujo y moviéndose entre las corrientes y vendavales aprenden a navegar en las poderosas corrientes inmemoriales del Viento.
Pero he ahí que hay quienes contra toda posibilidad se levantan contra tales flujos y logran lo imposible: crear su propio flujo y moviéndose entre las corrientes y vendavales aprenden a navegar en las poderosas corrientes inmemoriales del Viento.
Pero, ¿cómo es que se remontan los Flujos del Viento? ¿se requiere de algún tipo de nave o transporte? ¿mediante algún dispositivo o artificio del ingenio? ¿Es a través de algún conjuro o arte de hechicería? ¿Es guiado por algún ser divino? ¿Se aprende de algún diestro y experimentado jinete de torrentes temporales?
No lo sabemos con certeza. Parece ser que pueden ser todos esos y más. Cada Jinete del Viento encuentra su propio modo de remontar los cielos. Los aviones, los paracaidas, los parapentes, tantas formas del ingenio humano son formas admirables de querer conquistar los cielos, pero esa, esa precisamente la intención que los lleva al fracaso: conquistar, pues los Vientos no pueden ser dominados sin terribles consecuencias o sin que el viento pierda su forma y se vea claramente despojado de su esencia y con ello de magia y poder.
Otros espíritus investidos de vasto poder encuentran inherente a su propia esencia el navegar por las olas de los cielos, pues están hechos de aire, conocidos en las los lejanos Reinos de los desiertos como Djinns -genios- seres de naturaleza voluble y cambiante como su elemento. Algunos de ellos, contados con los dedos, pudieron ser Maestros de Sabiduría del Viento y enseñarla a algunos otros más escasos que quisieron y pudieron aprender los Flujos del Viento.
Pero ahí está un tercer tipo de Viajeros del Viento que, a diferencia de los anteriores casos, logran elevarse del plano terrenal y remontar los vastos cielos con un método quizá menos evidente, pero i más elegante. Aquellos que se elevan con el Poder de su Pensamiento con Alas de Magia y Deseo. Son estos seres que se niegan aceptar que las cosas son así y ya, los que no aceptan las evidencias tramposas y buscan incansables siempre el más allá. Son estos cuya ansia de conocimiento los lleva a volar con igual interés por montes y valles, por ciudades y páramos, por mares y bosques y penetran los misterios con su invisible vista y cuestionan a la gente con su silenciosa presencia. Son espíritus curiosos que aprenden lenguas y símbolos, que leen los corazones a través de las miradas y coleccionan pequeños detalles cotidianos como las verdaderas maravillas con constituyen, milagros imperceptibles para quienes no ven más que el precio de las cosas. Son almas que se regocijan en los callados actos de belleza de la Madre Naturaleza y del Padre Tiempo, bendecidos con atestiguar tales milagros inmensos y gloriosos en el nacimiento de una nueva vida, en la migración de las manadas, en los cambios de estaciones, en la lucha por la supervivencia, en la exuberancia de la diversidad de la Vida, en la solemnidad de la Muerte. Son los que, quizá elevándose sólo en sus sueños para alcanzar los azules cielos, llegan a alturas del Espíritu más altas que las alcanzadas con cualquier artificio de la mano o conjuro secreto, pues estas almas con sus viajes podrían llegar a cubrir todo el Universo, pues su vocación está en viajar y ser infinitas. Son los Hijos del Aire.
Y en la Cima de los Vientos, dirigiéndose al Sol Oriente, a la Luz de la Mañana, bajo el Ojo de Mercurio, en el equinoccio de Primavera, Protegidos por el Lobo y el Águila, se pronuncian con orgullo, reverencia y valor, para renovar el Juramento, estas antiquísimas palabras:
Soy la fuerza poderosa que levanta mares y desarraiga montañas.
Soy el suave soplo que alimenta aromas y arrastra nostalgias.
Soy la tremenda fuerza que está desde el principio del tiempo.
Soy el cincel sin hoja que desbasta impertérrito las cimas y los valles
Soy el clamor del silencio de día y de noche en todo momento.
Soy el sustento de todo ser vivo y su último aliento.
Soy el Aire y mi forma es el Viento.
Alejandro de Andúnië
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