jueves, 19 de julio de 2012

Sólo hoy, sólo esta noche.




Un misterio y un secreto, que intuyo y no comprendo, que se escapa de mis manos y me impulsa a alcanzarlo.
Una noche de delirio donde se arremolinan tantas voces, que sólo esperas del sueño el alivio.
Una noche de cansancio, de un cansancio muy extraño, cansancio de escuchar, de esperar, se saber, de callar, de elegir, de luchar, en medio de un mundo que no deja de avanzar y de crear más cosas qué leer, qué escuchar y qué repetir como robots cuyo premio por su lealtad es el acallar de la conciencia que reclama una existencia real para no sentirse fuera de lugar.
Renuncio a tales anestesias y prefiero tomar la píldora roja, ni importa que me traiga dolores y batallas si ese ha de ser el precio de luchar por la verdad de mi alma. Mil veces sudar el fragor de la batalla que quedarme en la perfumada y maquillada falsedad autocomplaciente del cautiverio de la cómoda conformidad de la libertad vendida.
Soy un guerrero y no sé de comodidades de ideas ni de soberbias de status quo. Vengo a cuestionar no a dar certezas, renunciando a la comodidad de la mentira por la austeridad de la verdad, a luchar por la restitución de esa verdad fundamental enajenada por la prisa y el temor de los otros hombres.
He aquí que siempre estamos en lucha, sólo que hoy, sólo esta noche, deseamos el lecho más que ninguna otra noche, pues cansados de pies y manos, de mantener el músculo tirante y el corazón batiente, buscamos un rincón tibio para dejar reposar los cansados miembros.
Reposo para la mente y el cuerpo. Apaga la vela, que se haga la suave oscuridad y nos envuelva el más reparador de los sueños. Una pausa en la batalla... ya mañana será otro día.

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