lunes, 23 de marzo de 2009

La ruina de la civilidad

La tarea del filósofo en el mundo consiste en crear y proteger un espacio público, en el cual la humanidad del hombre puede expresarse de manera luminosa. Siendo una conciencia, la filosofía tiene eso en común con la política, la de ser una asunto que concierne a TODOS los hombres.

Hoy nos preguntamos si los clásicos (griegos y romanos) no tuvieron alguna solución a la crisis del Estado, de la democracia y del caos que vivimos (también en estos tiempos).

Yo he querido durante mucho tiempo de mi vida dar respuesta a estas interrogantes, me he vuelto filósofo pretendiendo ser ciudadano, y veo que no son caminos incompatibles. Que si llego a filósofo eso ya será gran mérito. Por mi proceder basado en la racionalidad de occidente he sido acudaso de ser un pensador de derecha, un elitista, un defensor del liberalismo ilustrado, un aristócrata, un reaccionario y un enemigo de la cultura de masas, de la confusión de valores, ddel hedonismo y del ultilistarismo contemporáneo.

Y es que a principios del siglo XXI y como herencia del siglo XX la primera batalla es contra el relativismo. Diferenciemos del universalismo ético del imperialismo. Dice Ikram Antaki: Nadie puede negarse a entrar en el coflicto que opone el bien al mal; nadie puede negarse a pronunciar juicios de valor. ¿Por qué? Por que es imposible poner a un lado la cuestión de la virtud, de los fines, de lo equitativo, de lo justo y de lo bueno.

Un hombre que se niega a distinguir entre los mediocres y los grandes, los imbéciles y los sabios, quizá pueda ser un buen bibliotecario, pero no podrá decir nada pertinente a los hombres. Su horizonte (y condena) es la indiferencia.

Sostengo, como muchos otros antes de mi lo hicieron, que la filosofía puede exponer verdades; para ello debe ir deliberadamente en contra de la opinión. Si no lo hace se prostituye. Éste es el principio de nuestra tradición filosófica. Hoy la fuerza de la opinión (la doxa, diferente del conocimiento, la episteme) está acabando con la filosófía moderna. Pero el escuchar la conversación que los grandes espíritus tienen entre sí. nos libera de la vulgaridad; esta es la verdadera aristocracia del alma que hay que conservar incluso en la sociedad más democrática.

Esta tradición hace el elogio de la moderación en los tiempos inmoderados y, a la hora en que no queda ninguna referencia, sigue siendo la referencia, a pesar de haber sido escrita hace más de 25 siglos.

Esta manera de ser ha sido, es y será siempre amenazada. Los hombres sentirán siempre que el filósofo es un ser extraño, alejado de la fe que los anima y para la cual necesitan construir unanimidades. Esta eterna disidencia permite mirar la historia con una cierta distancia, no como se hace hoy: con los ojos clavados en la actualidad.

Por supuesto, sabemos muy bien que no se podrá volver a las condiciones de vida política griega, pero ¿acaso no podría la crisis de nuestro tiempo ser -si no resuelta- mejor entendida si la filosofía volviera a la honda nobleza de su clasicismo?

Las democracias no sólo necesitan del consenso, sino de un mínimo de disención, es decir, de la capacidad de decir no asertivamente. Hoy la moda promueve un discurso de la autenticidad que se vuelve temible, por que justifica todos los excesos y vemos a todo mundo decir: "soy asi: no me cuestionen". Bajo este regalo del capricho, se autoriza demeritan, agredir, burlarse del otro y su argumento. Es la ruina de la civilidad.

El filósofo no es un observador indiferente; es un buen ciudadano preocupado por hacer que cese el conflicto civil y producir un acuerdo entre los ciudadanos; es un hombre capaz de establecer distinciones entre valentía y cobardía, justicia e injusticia, generosidad y egoísmo, dulzura y crueldad, cortesía y tosquedad; que puede definir la virtud y distinguir entre los hombres a los mejores y los más aptos.

La filosofía, el gusto por saber, conocer y aprender, debería ser la búsqueda de la felicidad, que el cuerpo de la filosofía es la ética. Esta búsqueda necesariamente es reflexiva, fundada sobre el rechazo a la violencia y supone la experiencia de la duda.

Cuando la ciudad esta en guerra perpetua, cuando cada victoria demuestra que la única ley es la del más fuerte (por su dinero, posición o medios a su alcance), cuando la justicia de la razón y el orden moral imponían un límite a los egoísmos particulares son cuestionados, la filosofía apararece como UNA VOLUNTAD DE EQUILIBRIO, DE HUMANIDAD, DE TRASCENDENCIA Y DE DIGNIDAD AL FIN. En






Homenaje tardío a mi querida Ikram Antaki en el Día Internacional de la Mujer
Damasco, Siria 1948- México 2000

jueves, 5 de marzo de 2009

La maldad puede ser tan divertida


"I have finally perfected the precise recipe to cook cookies of pure eeevil"
The Imp

Guapo, fuerte, inteligente y terriblemente malo, ¿Qué más se podría desear? O al menos así se piensa el Imp, un curioso personaje llegado desde Inglaterra (con su característico sentido del humor). Imp es una especie de diablillo enviado por Lucifer para extender la oscuridad y el mal por todo el mundo, o al menos a su vecindario. Imp vive en un mundo donde todo puede ser "malavado" como la lasagna, los conejos o el horóscopo. Constantemente creando planes y estratagemas en pro del mal, el Imp termina siempre burlado tanto por su propia ignorancia como por su fiel compañero Bob, quien dotado de un lúcido sentido prático para las cosas del mundo solo se preocupa por mantener la calma y el orden en la mansión del Imp. Sus constantes e infructuosos intentos por inundar al mundo en el caos nos muestran que la maldad es un asunto de perspectivas y no pocas veces al intentar lucir como amenazantes, autoritarios o malvados terminamos pareciendo más bien tontos. Una moraleja muy británica y muy adecuada para México.

Divertidísimos cortos que se pueden ver en Canal Once México, por televisión abierta y por Cartoon network. Definitivamente el Imp podría llevar el mundo a la ruina, claro, si su graciosísima incompetencia no lo lleva primero a la ruina a él.

Aquí les dejo un ejemplo



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