Hoy quise hablar contigo y al principio sólo encontré la plática trivial de todo el mundo.
Y no es que esto sea malo, en el sentido de que las experiencias trascendentes de la vida se reservan a los espíritus capaces de vivirlas, sino que no es propio de ti. No, no es tampoco la decepción de la ingenuidad de mi idealización, pues el desenfado del mi realismo no es selectivo ni inconstante. Es sólo que tan cálidas, tan honestas, tan cercanas nuestras pláticas que sentir el grosero trivialismo, el mundanal hastio, el rutinario desgano me devolvio a la realidad de que seguimos siendo humanos. Seguimos siendo presa de la decepción y del fracaso, de la pena y del llanto; y tantas otras miserias de lo humano. Y aun así, en medio de este panorama triste y llano, mirando con atención encontraremos complementos para este trance. Si miseria y cansancio, termina por expresar lo humano, es porque también a cumbres de experiencia hemos altivos llegado. Si hay llanto su completo aparece, la apacible calma del espíritu domado.
Si me extrañan tus silencios, disfraces indiferentes de lo que en el fondo sientes, es por que resaltan las otras cualidades, y la razón del corazón me jala a llamarte la atención de buena gana, a volver con cuidado del silencioso camino que ni tu ni yo tenemos comprado el destino para gastarlo en silencios de tedio y desgano. En compartir el silencio habíamos quedado, más si en el fondo el problema es de ámbito privado o aun no has decido externarlo, ten la precaución de informar con advertencias de hombres trabajando y se hará el espacio de intimidad solicitado, mas si aun así es posible colgar los puentes entre los corazones y las manos, habré de gritar también desde mi silencio y desde mi voz, porque quizá es lo que también deseas, y las manos alcanzarán las manos y se habrá hecho de nuevo, en medio del tedio, del desgano, el milagro de la paz, la esperanza, el amor reencontrado.Y no es que esto sea malo, en el sentido de que las experiencias trascendentes de la vida se reservan a los espíritus capaces de vivirlas, sino que no es propio de ti. No, no es tampoco la decepción de la ingenuidad de mi idealización, pues el desenfado del mi realismo no es selectivo ni inconstante. Es sólo que tan cálidas, tan honestas, tan cercanas nuestras pláticas que sentir el grosero trivialismo, el mundanal hastio, el rutinario desgano me devolvio a la realidad de que seguimos siendo humanos. Seguimos siendo presa de la decepción y del fracaso, de la pena y del llanto; y tantas otras miserias de lo humano. Y aun así, en medio de este panorama triste y llano, mirando con atención encontraremos complementos para este trance. Si miseria y cansancio, termina por expresar lo humano, es porque también a cumbres de experiencia hemos altivos llegado. Si hay llanto su completo aparece, la apacible calma del espíritu domado.
En medio del mundanal ruido aun el amor ha triunfado.
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