Una vez que el Héroe ha sabido sobre su destino y afrontado su primer momento decisivo (La Alteridad), vendrá el momento de Dejar el Hogar y andar sobre el camino del Destino.
Una vez más será confrontado en sus creencias y en su fe. Una vez más su palabra se usará contra él y bajo lógicas oscuras y abyectas, pues el camino le depara el encuentro con muchos personajes y todos tendrán un papel fundamental en la creación de la Leyenda del Héroe.
El encuentro con cada personaje le traerá al aprendiz de héroe un reto, un consuelo y un nuevo sentido. Aquel héroe que partió solo encontrará compañeros de viaje. Serán sus hermanos elegidos, sus amigos. Leales a toda prueba, no sin antes haber luchado con ellos. Estos con el cálido soporte del corazón, afirmarán y compartirán las penurias y desafíos del camino. Son Hermanos en Armas y en Fe. No estarán libres de conflicto, pero no faltará el anhelo de armonía, fraternidad y compañerismo que de origen los unió. La amistad forjada en el arduo trabajo del camino, en árido páramo de la soledad o en el fragor de la batalla ha de volverse imperecedera, pues forma un sólido vínculo de lealtad por comunidad de principios, sufrimientos y vivencias que crean sin lugar a dudas un amor firme e inconmensurable. Los compañeros de Viaje del Héroe, no cumplen sólo una función de leales escuderos, cual Sancho Panza con su Quijote, su noble labor va mucho más allá. Los compañeros del héroe tiene su propia leyenda que forjar. El vencimiento de sus propios miedos, la conquista de sus derrotas, la superación de sus egoísmos y particulares retos serán indispensables para que el Héroe cumpla su misión, habrá incluso de ser necesario algún grado de sacrificio para ello, quizá el supremo. No podría ser de otro modo, los compañeros del héroe, son Héroes en todo el sentido de la palabra por derecho propio.
También habrá embusteros y enemigos en el camino. Los embusteros se harán pasar por amigos y aliados. Ofrecerán ayudas, remedios y ventajas, podrían incluso aparecer en momentos de gran necesidad y librar al Héroe de los peligros, sin embargo, vendrá el momento del pago. El embustero no hace nada sin esperar recibir nada a cambio, en su mente todo tiene un precio y alguien que está dispuesto a pagar por ello. el embustero incapaz de confrontar su propia mezquindad, envidia la fortaleza espiritual del Héroe y anhela la gloria que cree que obtendrá, así al obstaculizar el camino del héroe atravesando su interés egoísta cree que participará de tal gloria, pero no hace sino cavar su propia tumba, y contrario a su deseo, podría fortalecer al Héroe y a sus compañeros al dotarlos de retos que superar a través del amor y la fe que él carece. Su única salvación es la redención. Decidirse a ser héroe.
Pero aparecerán, irremisibles, los enemigos. Estos, claro está, no intentarán hacerse pasar por amigos, no son taimados, y no lo necesitan. Los verdaderos enemigos, lo reconozcan o no, también son guiados por una misión: ser servidores de un poder superior, en busca de ocupar el lugar de ese poder superior, cuyo único obstáculo suele ser el Héroe. Los Enemigos no lo son en el sentido de que deseen oponerse al Héroe, lo que los reduciría a meras antítesis, lo son porque no se detendrán ante nada para lograr su objetivo y es por ello que llegan a ser enemigos de un Héroe, pero no por el héroe en sí, sino porque éste obstaculiza alcanzar el cumplimiento del deseo del Enemigo: Poder y dominio sobre toda vida. Por ello los Enemigos le cuestionarán al Héroe en tres puntos estratégicos: su sentido de vida, su misión, su identidad. No son sus enemigos sólo porque los que lo puedan agredir nada más por tener los medios físicos para hacerlos, sino precisamente porque su principal arma está en infundirles miedo y debilitar la fe de su corazón a través de las palabras o actos desacrediten, devalúen, confronten y denosten la misión del héroe. Le dirán que no tiene esperanza y que todo está perdido. Estos son, indudablemente, los verdaderos enemigos del héroe, independiente de si ejerzan además violencia física o psíquica.
Así, el Camino del Héroe se verá modificado por la presencia y la suma de numerosos encuentros, con el bien, con el mal, con el mundo interior y el exterior, con lo fácil y lo correcto. Es una de las partes más peligrosas del Viaje, pero al mismo tiempo, la más fecunda, pues posibilita al Héroe de algo invaluable para lograr su misión: aprender del mundo, de los amigos, de los enemigos, pero sobre todo de sí mismo.